miércoles, 11 de septiembre de 2013

02x6 Confeciones sobre unas dementes.

Chicas! 
Siento haber tardado tanto en escribir. Es que eh estado castigada sin ordenador. Así que no podía escribir, ni por el móvil. Lo que pasó fué que me pude conectar algunos días al de mi madre, y publiqué en el otro blog. Pero el de ella no tiene el paquete Microsoft, así que no podía escribir. En fin. Aquí un capítulo nuevo. Aquí se descubren muchas cosas. Así que prestad atención. Porque tendréis que juntar lazos para entender que pasa. Un besazo y subo este finde!! Comentaaaaad! 



-Me encanta tú familia- le dije a Louis en un susurro  mientras despedíamos a sus abuelos.
-Te entiendo- me sonrió cómplice.
Despedimos a todos y entramos en casa, eran poco más de las 5 de la mañana y teníamos que poner los regalos debajo del árbol. Jay se fue al trabajo porque la llamaron de urgencia, así que nos quedamos Lou y yo preparándolo todo para que las chicas lo encontraran en orden por la mañana.
-¿Sabes que en Navidad se levantan a las 7?- me dijo Lou sonriendo.
-Yo también lo hacía- le miré mientras ponía mi regalo para Daysi.
-Sí, y yo. Y en reyes descubrí que era mi madre porque lo puso demasiado pronto. La pillé.
Nos comenzamos a reír. A mí nunca me pasó eso. Ingrid ponía los regalos en el armario de la limpieza, y yo no solía revisar por ahí. Y la madrugada de Navidad, Bryan se levantaba a poner los regalos. A mi “madre” y a mi padre, les daba igual.
-Un año, mis padres se olvidaron de poner el regalo de reyes- dije mientras colocaba otro- Pero tampoco pusieron carbón. Sabes, me puse a llorar como una histérica por la mañana  pensando que me había portado tan mal, que no merecía ni carbón.
Lou soltó una carcajada brutal, posiblemente hasta haya despertado a las chicas. Pero la historia es graciosa.
-¡No lo creo!- me dijo aún riendo.
-Créelo- le sonreí nostálgica.
Terminamos de poner los regalos y nos tumbamos en el sofá. Él me abrazó. Era un abrazo diferente a los demás. No era como todos los que nos habíamos dado en el tiempo que llevamos siendo amigos.
-¿Y sí mañana no vamos a comer a mi casa?- le dije en voz baja.
-Nuestro avión sale en 4 horas, así que tenemos una para despedirnos de las chicas, y después nos iremos al aeropuerto. Dormirás las 2 horas y media de vuelo y llegarás radiante a tu casa conmigo, para comer con tu padre y los demás.
-Mandón.
-Niñata.
-Tengo 18.
-Recién cumplidos. Yo tengo 21.
-Recién cumplidos también. Aunque puedes beber en los bares de USA ya- le sonreí.
-Es verdad. Pero para eso tengo tu casa, y podemos beber los dos ahí.

Jane
Los desayunos de Navidad en casa de los MCcadne son un coñazo, pero con Bryan se suavizan un poco.
-¿Entonces viene a comer?- preguntó Ingrid a Allan cuando le puso los gofres.
-Que si Ingrid, que ya está todo.
-No puedo creer que le hayáis ocultado algo así- espeté. No sé porqué. Pero… ¿Ocultarle algo así a Beth? ¡Increíble!
Todos me miraron. Mi madre me fusiló con la mirada, y Allan no creía que tuviera el valor de haberlo hecho. La abuela, simplemente soltó una carcajada.
-Hay cosas que haces por la gente que quieres- dijo Bryan- Y esta es una de esas.
-A ver, no lo dudo- le respondí- Pero tú te fuiste de esta casa porque tu “madre” te hacía la vida imposible, y tú padre le ayudaba. Y dejaste a Beth sola. En este infierno. Que ha podido salir de él escapándose porque ninguno le habéis dado la solución.
<<Ingrid, ella confiaba en ti. Todo te lo contaba, o casi todo. Pero lo importante en su vida tú lo sabías. Sabías lo que ella sufría con su “madre” y con Allan. Sabías que ella echaba de menos a la abuela  y que creía que Bryan se había salvado, pero que ella no lo haría. Bryan. Tú la puteaste, porque yo no dejaría a mi hermana pequeña en una casa de locos. Y ella lo sabía. Sabía que la habías cagado, pero se auto convencía de que era lo correcto y de que no tenías culpa. Habéis sido unos cabrones con ella, y no queréis que os diga nada, pero es mi amiga. Y yo nunca la traicionaría así>>
Me levanté y salí del comedor seguida de Bryan. No podía creer lo que acababa de hacer. No, espera. Sí que podía.
-Te has pasado- me dijo mientras esquivaba la puerta de mi habitación con el brazo.
-Y tú- me tiré en la cama- 3 pueblos.
-Ya, pero yo lo hice por alguien a quién quiero.
-¿Y yo no?- le miré mal.
-No digo eso.
-Pues aprende a expresarte, porque te has pasado con las dos.
-¡Que dramáticas sois las mujeres por dios!- dijo con las manos en la cabeza.
-Oh si, y vosotros que cabrones. Ah no, espera. Hijos de puta.
-Te has vuelto a pasar.
-Tú también.
-Mira, ya está. Déjalo estar.
-¿Alguna vez has ido a ver a tu madre al loquero donde está?- le pregunté sin más.
-Sí, voy cada mes, 2 días. Los paso con ella.
-¿Y tú padre?
-Beth cumplió ayer 18, y mamá se fue hace 16 años. Así que la media es de 1 vez cada 16 años.
-¿Sólo una vez?
-Sí, y da gracias. Porque si la vuelve a ver, el que se quedará en ese sitio es él.
-¿Tanto la quería?
-La quiere- le miré confundida- A tú madre también. Pero ten en cuenta de que el amor de la vida de mi padre, es mamá. La quiere como a nada.
-¿Sí?
-Le escribe una carta cada día. No importa donde este. Él le escribe cada día. Y se las envía casi todas.
-No sabía eso.
-Lo sé. Por eso te digo que te has pasado. Le hemos ocultado esto a Beth, porque no es normal enterarte de que tú madre te intentó bañar en legía. Y menos, que tú heredarás esa locura.
-No. Ella no está loca- le miré. Con angustia. Ella no está loca, ni lo estará.
-No, aún no. Le quedan un par de años, o 3 como mucho.
-Tú madre no comenzó tan joven.
-Sí. Pero no lo detectaron. Lo mismo pasará con ella. Solo que estamos avisados y veremos las señales.
-Le habéis planeado la vida desde que nació.
-No nos ha quedado de otra Jane. Tú nunca has visto a tu madre en un estado de locura extremo y a los dos segundos bien. Le afecta el cerebro, y te afecta a ti emocionalmente. Yo no quiero eso para mí Beth. Ella no merece eso.
-No.
-Lo que jode, es que la más fuerte de todos en esta familia, sea la que peor termine.
-¿La más fuerte?
-Ha pasado por mucho. Nuestra “madre” de pega, la puteaba mucho. Ya sabes la historia y aún así no ha intentado suicidarse aún. Ni se ha vuelto loca. Y no ha huido, hasta ayer. Y con sus antecedentes. Es lo que se espera.
-A lo mejor no empeora.
-Lo hará Jane. Tienes que hacerte a la idea. Tarde o temprano. Esperemos que tarde. Pero lo hará.
-Bryan, no puedo creerlo. No lo entiendo.
-Tú solo tienes que hacer una cosa.
-¿Qué?
-Disfrutar cada momento con ella. Cada sonrisa y cada lágrima. Disfruta cada cosa que te diga. Pero no llegues a depender de eso. Te lo digo por experiencia. Porque si  dependes, entonces lo pasaras mal cuando ella esté lejos.
-No creo que pueda.
-Solo piensa que puede que la pierdas mañana, o que ya la hayas perdido.

No lo podía creer. No podía ser verdad. Esta conversación puede que sea la más sincera y profunda de mí vida. No la puedo perder. En 3 meses ha hecho que la quiera como una hermana, eso a Dani le costó años. No puede dejarme.
Louis  y Beth ya estaban en casa. Habían llegado y estaban radiantes. Los regalos del árbol de Beth aún estaban allí. Esperando a ser abiertos por ella. La tensión se podía cortar con una tijera. Ella estaba bien. Por fuera. ¿Pero por dentro? ¿Y en su cabeza?
-Me voy  a vivir con Alex- dijo de repente.
Todos soltamos los cubiertos. Louis la miró sorprendida. Pensé que le había quitado  esa idea de la cabeza en Doncaster. No se podía ir. ¡No!
-No te irás a ninguna parte- le dijo Allan alterado.
-Sí, te recuerdo que ya no mandas sobre mí- le dijo cortante. Esto es algo personal.
-No te vayas B. Tú no puedes irte de aquí- le susurró Bryan. Se veía el miedo e sus ojos. En los ojos de todos, supongo que hasta en los míos.
-¡No podéis pretender que sea la princesa encerrada en este castillo por siempre!- gritó. Estaba alterada- ¡Tú te fuiste el mismo día que cumpliste los 18!- señaló a Bryan- Y nadie te le pudo impedir ¡Ni yo!- dijo llorando.
-Ya B, pero estoy de vuelta. No me iré más. No se está bien fuera de casa B. No,  y menos tú.
-¿Porqué yo no estaré bien?- le miró.
-¿Por qué tú perteneces a este sitio- le dijo Allan- Ese Alex no me gusta. Si me dijeras que a casa de Louis, estaría tranquilo. Pero no con él.
-Papá, me da igual. Soy mayor de edad.
Silencio. ¿Ahora respondía con tranquilidad? ¡Antes lloraba y ahora no! ¿Serán estas las señales? No. Me estoy emparanoiando con lo que me dijo Bryan. No puede ser verdad.
-¿Quieres ver mi regalo de Navidad?- le pregunté. Cambio de tema.
-Sí, espero que sea caro.
-Según Ingrid, sí- le respondí- Está en el salón. Lo acaba de poner.
-¿De poner?- preguntó confundida.
-Exactamente- le sonreí.
Nos levantamos y caminamos hasta el salón. Los demás nos siguieron. Ella se quedó quieta, hasta puedo decir que no respiraba. Ni ella ni nadie de la sala.
-¿De dónde lo has sacado?- preguntó en un susurro.
-De tú sala de los recuerdos. Pensé que te alegraría.
-No. Eso ya estaba en la sala de los recuerdos cuando yo la comencé a utilizar. Es como si alguien antes de mí lo hiciera.
-¿No te gusta?
-No lo tocaré Jane. No toco- dijo en un susurro. Sí, era un piano de madera blanca. El que había en la sala de los recuerdos cuando fui a ducharme.
-Sí. Si que tocas y lo sabes.
Se acercó. Encima del piano había una nota. Ingrid me dijo que tenía algo que darle, y que eso le daría un toque mágico a mi regalo. El sobre era color hueso. Era un sobre muy caro y de hace unos cuantos años. Ella se acercó. Lo cogió y se sentó en el piano. Levantó la tapa y se podía ver esa frase en azul, la de mi habitación y la del piano de New York. Ella leyó la frase y sonrió. Siempre que la leía lo hacía. Tocó una tecla y volvió a sonreír.

Beth
                                                            Reino Unido, Londres. 24 de Diciembre de 1996.
Querida B
Ya sé que cuando leas esto yo no estaré por ahí. Sé que posiblemente no sabrás quién te habla. Pero soy mamá. Sí, mamá. Ya sé que estarás confundida ahora mismo. Pero esta carta te la escribo por tu 18 cumpleaños. Quiero que sepas que Ingrid ha estado seguramente todo este tiempo trabajando en casa. Ella te vio nacer, y me prometió que te la daría. No quiero que te enfades con papá. Ahora mismo está hablando con unos señores que me llevaran de aquí, y tú no paras de llorar. Así que se me hace complicado contarte todo lo que pasa. No sé qué pasará después que me valla de aquí pequeña. Pero solo sé que Bryan te cuidará como si fueras una estrella. Él adora a las estrellas. Eh intentado explicarle lo de las luces, pero él cree que nunca dejan de brillar.
Bryan dice que eres preciosa. No para de mirarte cuando duermes, creo que se ha enamorado de ti. No entiende que eres su hermana. Pero lo entiendo. Yo también me eh enamorado de ti, y papá. Eres hermosa. Eres la criatura más bella que eh visto. Ni las de las revistas, pequeña.
Tienes una belleza de princesa. Recuerdo cuando la princesa Diana te cogió en sus brazos. Ella fue a verte al hospital cuando naciste. Dijo que serías una estrella y eso le gustó mucho a Bryan, así que a ella también la ama. Lástima que haya muerto.
Pequeña. Solo tienes dos años, no te acordarás de lo que hace 30 minutos intenté hacerte. Ni yo sé porque lo hice. O porqué lo intenté. Pero solo quiero que sepas que no lo hice porque no te quiera. Lo hice porque las voces me dijeron que lo hiciera. Y no puedo con las voces. Ellas me persiguen constantemente. Y no puedo evitarlas.
Solo quiero que sepas que te quiero. A Tyler y a ti. Sois mis B&B. Sois mi todos. Y papá es nuestro dios. Siempre protegiendo. Princesa. Quiero que toques mis pianos, que bailes y cantes. Quiero que vivas, hasta que  puedas. Porque si lees esto es que tienes 18, y si tienes 18. Es que te queda poco tiempo.
Quiere a la gente que te quiere. Y por favor. Vive a partir de ahora. Este es tu anuncio de salida a una vida sin límites. Porque si no lo haces, te arrepentirás.
Rappelez-vous que ni les étoiles du ciel peut compter combien Je t'aime. Toujours en sécurité sous mon ciel.
Je t'aime.
 Mamá.

Me quedé blanca. No podía ser. No sabía que eran de mi verdadera madre. Y la frase. Está en la mayoría de mis cosas. De pequeña Bryan me decía que esa frase era especial, y que debía sonreír cada vez que la viera. Ahora sé de donde la sacó. Porqué está gravado en tantos sitios.
Recuerda que ni las estrellas del cielo pueden contar cuanto te quiero. Siempre estarás segura bajo mi cielo”
Te quiero.
-¿A ti también te dio una?- le pregunté a Bryan.
-Sí. Me la dio a las 18 Ingrid.
-¿Y por qué yo no lo sabía?
-Se supone, que no lo tenías que saber hasta hoy… ayer- dijo Ingrid- Lo siento pequeña. Pero se lo prometí a tu madre. Y después a tu padre.
-No pasa nada Ingrid ¿Me dices B por ella?- miré a Tyler otra vez.
-Tú a mi también.
-Ahora te diré Tyler- le sonreí.
-Sabes que lo odio.
-Mamá te llamaba así.
-Sí. B Tyler. Siempre decía lo mismo- sonrió. No le gusta porque la recuerda- Sólo mamá me puede llamar Tyler, B. Sólo mamá.
-Vale ¿A mí cómo me llamaba?- le pregunté.
-B, o rayito de luz. Pero prefería llamarnos B&B.
-Me lo dijo- me quedé callada un momento. Comienzo a recordar. Aunque con 2 años. No se recuerda mucho- Quiero ir a verla- solté de repente.
-Lo harás. Ahora toca- me dijo mi padre.
-No toco hace años papá- sonrió. Cuando le llamé papá sonrió. No lo hacía desde hace 10 años.
-¿Porqué no tocas desde hace tanto?- preguntó Lou, que hasta ahora estaba muy cayado.
-Porque a mi otra madre no le gustaba que tocara. Supongo que porque le recordaba a mi mamá de verdad.
-No era por eso- dijo Bryan.
-¿Entonces por qué?
-Cuanto tú tocabas la canción favorita de mamá. Era el único momento del día en que papá sonreía y yo también. Hasta Ingrid tenía una sonrisa inevitable.
-Tú madre amaba esa canción- dijo Ingrid.
-Claro de luna- susurré- Las estrellas. No es la canción favorita de mamá porque sí. Si no, porque le recuerda a B, y también, porque es lo contrario de rayito de sol. Ahora todo tiene sentido.
Sí. Ahora mi vida ha dado un giro. Ahora todo lo que eh vivido tiene una razón. Ahora sé que quiero a una persona. Ahora sé que mi madre. Mi verdadera madre, me quiere. Que mi padre se alejó de mí porque le recuerdo a ella, y que Bryan, ha dedicado toda su vida, a convertirme en la madre que nunca tuvo. A la que echa de menos. Por eso papá le reprendía. Porque odia ver cómo me convierto en la mujer a la que ama.

Ahora mi vida tiene sentido.